agosto 2

Vuelvo al Paseo de Diego. Veo fotos del espacio (casi sideral, desierto) de noche, de hace un mes. El ir y venir desde/hacia Nueva York. En la foto hay un gato oscuro cruzando la calle frente al graffiti del pez mosca.

Ahora miro hacia el otro lado desde la intersección de la Brumbaugh con el Paseo, hacia la Ponce de León. Veo los pseudo-triángulos, las jardineras de concreto cada una con un árbol suculento y plantas más raseras. Entre los parapetos aeroespaciales y los focos post-art deco, entre esta aspiración a una estética o a un destiempo. Una inhalación entrecortada, casi automática. No recuerdo que las jardineras estuvieran antes, pero lo más probable es que estaban. Las plantas bajas parecen trinitarias, derramándose hacia los bordes donde la gente se sentaría, hacia las áreas de estadía y de pasaje. Pienso que pueden ser del tipo de trinitaria que no tienen espinas (pienso que existe este tipo). No están florecidas. Pero las toco y me hinco.

Éste, entonces, es el performance, la gente sentándose, acostándose sobre las espinas (entre fakires y Stelarcs) o sus cuerpos suspendidos sobre las mismas. Flotando. Un acto de levitación. El hilo del medio (umbilical) manteniéndolos en esculturas rectas, en “T´s” geométricas, evitando que se vayan al cielo. Con los cordones de plata.