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"agosto 2016"

entradas de Aravind Enrique Adyanthaya como parte de QUIEBRE

Festival de Performance, Río Piedras, Puerto Rico 2016

agosto 10

“El cuento acompañante”

Me quedo en la casa de mi familia, una construcción blanca y plana de los años setenta, cerca del Valle. Una avioneta amarilla de la Monsanto se la pasa dando vueltas bien bajita a las siete de la mañana y no me deja dormir. Llamo por teléfono y me contesta una voz amable quien me invita a charlar sobre el asunto en los cuarteles de mando de la compañía en el centro del llano. Voy. Paso un camino vecinal que se torna desguarnecido. Paso, a mi izquierda, una casucha con un patio repleto de pavos reales blancos. Después, piedras planas, óxido, más piedras (con facetas), restos de animales que pudieron haber sido blandos. Pienso que ya estoy llegando. Veo las fuentes del sistema de irrigación y los hangares aeroespaciales que se utilizan para el almacenamiento del grano. El complejo está en medio de lo vasto, cercado con alambre ciclón. Unos trabajadores de campo remueven suelo de un surco al lado de un zancudo (el aparato agrícola de empacado de caña evoca y admite, en conjunto con los hombres, cierta lectura de pieza de museo). Me dirigen hacia la oficina, un tráiler flanqueado de unidades de aire. El hombre que me recibe es aún más amable que su voz.

Es joven, de pelo lacio y camisa deportiva. Me muestra una maqueta del valle de Lajas donde no aparece mi casa. Me asegura que la avioneta transita sobre despoblados, que la ruta es necesaria para dispensar los químicos cardinales para el cultivo. Le indico el lugar donde debía estar mi casa y decidimos buscarla en un mapa de vistas aéreas del planeta en la red. Se localiza. Se añade (una cajita blanca a la maqueta). Me ofrece cambiar el horario del vuelo de la avioneta para que no me despierte. Recalca que la operación es indispensable para esparcir los agentes aerosolados que hacen los cultivos transgénicos resistentes a su entorno. No se abunda en los mecanismos, en las damnificaciones. Yo, a la vez, clarifico que no se cuestiona o se trata de la mutagénesis (de cualquier consideración de una existencia a largo plazo), de la teratogénesis, sino simplemente del civismo de poder dormir sin que la avioneta retumbe la casa una y otra vez. La discusión no concierne al ataque, a la virulencia, a lo terminal, sino a lo paliativo, a la capacidad reposada de poder convivir, o de seguir conviviendo. Juntos trazamos una nueva ruta del aeroplano. Ya no pasará sobre la casa.

Al salir, el sol está alto, pero hace frío. Noto nacidos en tucos de caña cortados, o pequeños botones brotando de las coyunturas de las muñecas de algunos trabajadores. Son hiperplasias, enucleaciones, cambios primitivos a nivel mitocondrial.

Vivimos en tiempos suicidas (de docilidad ante algo asesino). Crisis hospitalarias. Campos expandidos de esterilidad. Tal vez bullying. Pero para mí se abre cierta etapa de recogimiento. El bimotor ya no me despierta. Cierto tiempo para redactar crónicas y comentarios. Para observar (mientras permanezca) la vida.

Escribo. Dejo el tiempo quieto. Voy a una farmacia cercana a comprar alimentos y cuando vuelvo los ingiero. Duermo. Escribo. Surgen lectores. Escribo cuando duermo. Escribo. Soy feliz. Corro por la carretera del frente, la 116. Surgen mejores lectores. Me animo. Duermo. Continúo. Voy a la farmacia cercana y cuando vuelvo no puedo encontrar mi casa. Al principio pienso que no está en el lugar donde debería de estar. Pero pronto me doy cuenta de que el lugar donde debería de estar es el que no está. Ahora todo es transpuesto, cerril, agreste pero a la vez endeble, como constituido áspera y apresuradamente.

En el paisaje sólo diferencio una pancarta con un anuncio de cursos de bienes raíces en línea. La consistencia de lo Increado.

El mundo no puede haber cambiado tanto, continúo escribiendo, debo haber sido yo. Corro la carretera 116 (aquella que ya no lo es pero pienso que todavía puede) como si estuviese en una carrera corta (de aviación, por ejemplo). Intento localizar de nuevo al tipo de pelo lacio y camisa deportiva de la Monsanto, pero el valle es ya una estructura coloidal que ha perdido previas demarcaciones. Lo intento.

(AE Adyanthaya 2013)

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