agosto 21
Breve nota sobre Miguel Algarín
Durante nuestra presentación en el Loisaida Festival este verano de la pieza de teatro corta “La Mano” me pareció ver, como una visión, en la audiencia, al Maestro Poeta Nuyorican Miguel Algarín. Después de pasada la función, lo volví a buscar con la mirada, pero no lo vi. Pero ahí estaba, después ví una foto de él con Omar (el poeta Omar Iloy) quien presentó justo antes que nosotros. Es de notar que la otra vez que recuerdo haber visto a Algarín en mi vida, organizando cosas y atendiendo la puerta del Nuyorican Poets´ Café, también dudé que fuera él. A pesar de estar en su espacio, a pesar de verse como en sus fotos. Había una cercanía, una simplicidad y una apertura que de momento no pude conciliar con el aura de la leyenda. Es ese matrimonio en su presencia de lo carnal-diario y lo intangible con lo que también me enfrento al leer su poemario “Life is Hard Work: Memorias de Loisaida”.
El libro está dedicado a Richard August, uno de los poetas co-fundadores del Nuyorican Poets' Café. Leo ahora un poema de August, “Interpreting Dreams”. Comienza “I dreamed I was dead” y termina “then I heard a story / read over the radio saying / dreams about death mean / there's new life coming / […]”.
Una de las secciones del libro de Algarín se titula precisamente “August in Loisaida (August in the Lower East Side”) y está compuesta de entradas correspondientes a días del mes de agosto.
Los poemas son, de esta forma, crónicas de vida día a día: el recogido de los melocotones del patio de su casa y la reunión con amigos para la confección de la mermelada; los defectos mecánicos de su Dodge; el no tener dinero para pagar en un restaurán; una fuga perseguidos por un bus del MTA; el deseo de tocar a personas cercanas; los experimentos de tratamiento a los que sometieron a su padre antes de que muriera de tuberculosis; el limpiarle los pantalones a un niño que se acaba de hacer caca encima; el comprarle píldoras anticonceptivas a una amiga que acaba de ser víctima de una violación; el baile el día que murió el poeta. Los momentos más comunes respiran un aire extraordinario, las situaciones de más excepción respiran familiaridad. El personaje de su amigo August se persona como una presencia intermitente, llamando por teléfono para una diligencia en un instante y en el próximo rompiendo la maquinilla y el vidrio alrededor de la casa; residiendo con él a veces; otras no; regando las plantas; desapareciendo sin dejar recado.
Mi mente vuelve a Algarín como espectador en la representación de “La Mano” en la Placita de Loisaida. A esa instancia donde por un momento formamos parte de su vida, tan palpitada. A él viendo el personaje de La Devota, interpretado por Alejandra Maldonado. quien muere repetidamente, pero sigue viviendo, conviviendo. Pienso en qué puede darle la muerte a la vida, sino ese aire de cotidianidad (en algunos casos de cariño).